Santiago es una de las ciudades más literarias del mundo. Casi todas sus calles y rincones aparecen mencionados en alguna obra. Poesía, narrativa, teatro y ensayo se han aproximado a Compostela desde diferentes puntos de vista y de maneras distintas. En este mapa puedes encontrar una pequeña selección de autores y autoras que hablan de la ciudad apostólica. Nombres que van desde la Edad Media hasta actualidad, que hablan a veces de un Santiago perdido, que ya no está y otras de un Santiago imaginado o que está por llegar. La rúa do Vilar, el Pórtico de la Gloria, el Tránsito de los Gramáticos o la plaza de la Quintana son algunos de los escenarios escogidos. Sólo tienes que hacer clic sobre cada punto del mapa para compartir la mirada literaria de hombres y mujeres que con sus plumas también construyeron la ciudad.
Cuando empezaba a llover los peregrinos que hormigueaban por las inmediaciones de la Catedral hacían acopio de plásticos impermeables, que se podían adquirir en los establecimientos para turistas. (…) Y le llamó la atención que incluso unas monjas, que caminaban a ritmo militar por las inmediaciones del pazo de Fonseca, se habían dejado vencer por las tonalidades más efectistas.
Diego Ameixeiras (2010): Asasinato no consello nacional.
(…) la rúa das Campás de San Xoán parece un puerto para dornas. Las mismas campanas, colgadas en la fachada de una taberna, podrían anunciar los naufragios. El mar, ese sueño irrealizable que haría de Santiago, como creen los compostelanos, una ciudad perfecta, se rompe en las espaldas.
Antón Lopo (1993): Guía de Santiago de Compostela.
La alta colina de Bonaval (…) domina el barrio de altas chimeneas de pequeña burguesa y florece en el bello y profundo templo de Santo Domingo en una de cuyas capillas el sepulcro de Rosalía de Castro mantiene encendida en los corazones de los gallegos de una y otra ribera del atlántico la lámpara de inmortal fulgor de la «saudade».
Ramón Otero Pedrayo (1951):
Las ciudades gallegas.
- Señores -interviene el de Goianes- reine la concordia entre nosotros. Decidamos si parece bien reunir a toda la Cofradía en apoyo a la Hermandad que se va a constituir de aquí a dos días en el Otero de Santa Susana. (…)
Se decidió, pues, convocar sin demora a la Cofradía de Cambiadores, así como acudir al Otero de Santa Susana, donde fue proclamada la Hermandad General, siendo el año del señor MCDLXV.
Marilar Aleixandre (1993):
Tránsito de los gramáticos.
Parece ser que un grupo de locos había entrado varias noches atrás en la facultad de Historia.
(…) Los periodistas habían sabido que los delincuentes no se habían llevado nada de valor ni habían atentado contra las instalaciones. Únicamente habían descolgado los cuadros que estaban colgados en las paredes del decanato y los habían dejado colocaditos detrás de una fotocopiadora. Además habían cubierto la alfombra del paraninfo con un impresionante montón de tierra y dejaron un letrero que decía algo así como «esto también es arte» (…).
Teresa Moure (2010): Artes subversivas para cultivar jardines.
Me avisa de que mañana va a haber una manifestación en el Toural, convocada por Nunca Máis, «contra todas las guerras», y me parece muy bien. Ella va a venir, por supuesto. Ella va a ir y gritar. Con sus ojos alegres, rebeldes, limpios. El mundo, estos días, está realmente mal, herido. Y hay que manifestarse, bailar, gritar.
Lupe Gómez (2005): Luz y Lupe.
La ciudad de las conchas, acendra su aroma piadoso como las rosas que en las estancias cerradas exhalan al marchitarse su más delicada fragancia. Rosa mística de piedra, flor romántica y tosca como en el tiempo de las peregrinaciones (…).
Ramón María del Valle-Inclán (1916): La Lámpara Maravillosa.
La Troya no es la patrona, como te figuras, sino la calle donde está la casa. Aquí tenemos una afición loca a la elipsis, y cuando se trata de nombrar cualquier vía de la ciudad abreviamos, usando simplemente su nombre: la Troya, la Azabachería, el Preguntoiro.
Alejandro Pérez Lugín (1915): La Casa de la Troya.
(…) Cuando el arquitecto Simón Rodríguez la concibió, su ánimo humorístico jugueteaba, y el resultado fue la tomadura de pelo más arquitectónica que puede concebirse. He aquí lo inútil exaltado, lo decorativo reducido a sustancia, la pesantez burlada. He aquí una muestra peregrina del barroco. Jugar con piedra es más difícil que jugar con fuego, (…) pero a nadie se le había ocurrido el pensamiento de que la piedra, la dura piedra compostelana, fuese materia prima para un divertimento.
Torrente Ballester (1948): Compostela y su Ángel.
- Bajé casi rodando las Casas Reais, con las ganas que tenía de verla...
- ¿Y dónde estaba?
- En la plaza que está al principio de la Rúa de San Pedro. Tirada de bruces en un banco, con el otoño cubriendo su cuerpo.... Ajena a la vida, que seguía sin ella...
- Vamos, hay que comer.
- Mierda de lluvia... Orvallo miserable... Esta ciudad no es para pobres.
Clara Gayo (2016): Epifanías de la Miseria.
Los líquenes e incluso arbustos que llenan la cantería de San Francisco por ciertas partes de tan extravagante fachada te hablan del conciliábulo entre la abstracción barroca y la naturaleza que lo come todo, eterna. Era la fachada de la iglesia el anuncio del Angkor comido por la jungla que un día Compostela será.
Xosé Luís Méndez Ferrín (1999): En el vientre del silencio.
Hablando de la puerta de Mazarelos y del pretiosius Bacus, vinos del Ulla y de la «Castilla» orensana, que por allí entraban en la urbe, Eiroa y yo confesábamos que vinos tales mejoraban en Compostela, porque trepidaban los bocoyes en las tabernas al repicar las campanas basilicales. Aquel crepitar insólito mejoraba el Ribeiro.
Álvaro Cunqueiro (1951): “Compostela I”. En Faro de Vigo (26-01-1951).
Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que no hay en el mundo una plaza más bella que la de Siena. La única que me ha hecho dudar es la de Santiago de Compostela, por su equilibrio y su aire juvenil, que no permite pensar en su edad venerable, sino que parece construida el día anterior por alguien que hubiera perdido el sentido del tiempo.
Gabriel García Márquez (1983): “Viendo llover en Galicia”. En El País (11-05-1983).
Las horas que suenan sobre la rúa, enviadas pausadamente, para que se cuenten, desde la hermosa torre de la Berenguela, sorprenden promesas de enamorados, la apasionada discusión estudiantil o la marcha grave de los canónigos y seminaristas recordando los argumentos que prueban cumplidamente la autenticidad de las cenizas apostólicas.
Antonio Fraguas Fraguas (1976): Santiago de Compostela
Palabras de toda lengua y de toda parte que nacieron para encarnarse en piedra aquí. Una espiral de voces en movimiento perpetuo que aquí encuentran descanso.
El Jardín de las piedras que hablan es una intervención artística y literaria formada por versos o líneas inéditas de autores y autoras comprometidos a no publicar esas palabras, al menos en vida. Los textos grabados en piedras de granito, partiendo de una pieza inicial con versos de Rosalía, se instalarán de manera progresiva e irán formando una gran espiral en el jardín de Fonseca.